sábado, 18 de agosto de 2012

Estudiantes chilenos


Chile*
Represión y violencia con los estudiantes secundarios
El clima sigue tenso en Santiago. Los estudiantes secundarios no deponen las tomas que realizan hace más de 3 meses en busca de una reforma integral del sistema de educación chileno.

Luego de casi 18 horas de la última visita de los carabineros al Liceo Darío Salas aún está presente el efecto de los gases lacrimógeneos arrojados durante la madrugada.
Sillas en las paredes que dan a la calle rodean el Liceo Darío Salas, carteles que anuncian “darianos en huelga” entre algunas otras leyendas en un paisaje solitario y silencioso en las veredas del colegio. Fotografiando la escena, en busca de la entrada se visualiza por una de las calles laterales un portón de madera. Del otro lado se escuchan algunos murmullos. Una chica de unos 15 años de cabello bicolor  abre el portón. Invita a pasar, saluda y por unos instantes deja de barrer el patio. Otras chicas, más o menos de la misma edad, también barren el gigantesco patio escolar, todas estudiantes del Liceo Salas que colaboran con la limpieza del edificio mientras están en la toma. Vestidos con jeans, buzos y zapatillas aparecen 3 o 4  adolescentes con lágrimas en los ojos. Rápidamente el lagrimeo se hace contagioso a medida que se sumerge en las instalaciones del Liceo Darío Salas, uno de los más tradicionales colegios públicos de Santiago. En el aire  se percibe el humo de los gases lacrimógenos lanzados la madrugada anterior. El viento complica la situación para los estudiantes que permanecen en toma desde hace más de 3 meses.
Dos estudiantes del Liceo Darío Salas acceden a contestar algunas preguntas. Cristian vocero escogido por sus pares para hablar con la prensa y Patricio, uno de los estudiantes presentes en la toma.

¿Todos los días es igual?
-Sólo cuando hay una movilización, afirma Cristian.
Se refiere a la movilización del 25 de agosto en coincidencia con el paro nacional convocado por la CUT (Central Unitaria de trabajadores de Chile). 
-Vienen a la madrugada porque hay mucha prensa internacional y organismos de Derechos Humanos monitoreando todo -en alusión a la policía chilena-.

Luego de atravesar el patio del Liceo Salas para ir hacia un sector señalado por los estudiantes, en el que el humo se concentraba, se regresa al lugar inicial del encuentro para poder continuar el  diálogo.

¿En qué estado se encuentran los estudiantes que permanecen en huelga de hambre?
-Muy complicados, una de las chicas de por sí era muy delgadita y con todo esto ya perdió unos 10 o 15 kilos, afirma Patricio.

 ¿Reciben apoyo?
-Sí, mucho. Nuestros padres están preocupados pero nos apoyan. Los profesores vienen a dar clases pero en forma diferente a la que admite el Ministerio de Educación, son clases abiertas, con métodos no convencionales donde cada estudiante puede participar de la comisión que quiere y no de la que impone el colegio”, continua Patricio.

¿Y de alguien más?
-Sólo de padres y profesores. Del gobierno o del Ministerio de Salud nada. Sólo el centro de salud municipal nos visita en forma diaria, pero más que todo para controlar si realmente nuestros compañeros están o no en huelga de hambre. El resto se ha comportado en forma totalmente indiferente. No sé qué están esperando  ¿Que uno de nosotros muera? Manifiesta angustiado Patricio. 
-Nuestros compañeros  ya tienen afecciones pulmonares y se la pasan vomitando bilis, porque claro, en el estómago ya no tienen nada -continua-. Cuando la policía viene a reprimir ellos se ponen peor, aunque estén resguardados y el efecto de los gases no les llegue la tensión que produce el momento los pone muy mal, asegura el adolescente.

¿Y qué edades tienen?
-Nosotros 16, los que están en huelga de hambre uno 17 y el resto son mayores, tienen 18.

¿Cuáles son los reclamos?
-La valorización del título secundario, la reconstrucción del colegio por los daños causados por el terremoto, la tarjeta gratuita del estudiante secundario para viajar gratis todos los días del año, y lo más importante: mejorar la calidad, que la educación secundaria sea gratuita y terminar con el lucro en la educación, respondió Patricio.

Desde cualquier punto de vista que se vea no hay similitud posible con la situación de los estudiantes argentinos. La toma de las escuelas y la movilización en las calles es la última herramienta de los adolescentes del secundario para hacerse visibles a la sociedad.
En el momento de la entrevista los estudiantes del Liceo Darío Salas llevaban 40 días en huelga de hambre. Otro de los dramáticos hechos del relato son las heridas que aún conservan algunos por  los impactos con balas de goma recibidos sólo por participar de las movilizaciones.
Tras casi 4 meses de movilización permanente, las tomas siguen, los adolescentes en huelga de hambre resisten con la esperanza de que su sacrificio sea considerado y el gobierno realice la reforma educacional que reclaman. El estado de salud que presentan es cada vez más preocupante, pero el valor y la convicción que los moviliza es realmente admirable.
Como una ironía, tal vez, otro de los carteles que estaba en el exterior del Liceo decía “Es imposible que sea imposible cambiar esta historia”.

*El artículo fue escrito en agosto de 2011.