Los socios del silencio*
A sesenta años del bombardeo a Plaza de Mayo
Trescientas
ocho personas.
Que
caminaban por la plaza, que viajaban en colectivo, que iban a trabajar, que
hacían un trámite, que paseaban, que volvían de la escuela, que salían a
almorzar. Todos fueron sorprendidos con
estampidos ensordecedores. Catorce toneladas de explosivos tirados a la Plaza
de Mayo, a la Casa Rosada y sus alrededores.
Bombas que cayeron desde aviones de la marina de guerra y la aeronáutica
argentina con un objetivo: matar al Presidente Perón.
En 1952 Juan
Domingo Perón asumía por segunda vez la presidencia de la Nación. Había ganado
con el 62 por ciento de los votos. Las políticas de pleno empleo, los planes de
viviendas, la nacionalización del ferrocarril, la construcción de miles de
escuelas primarias y secundarias, la gratuidad de la enseñanza universitaria,
el voto femenino, la reducción de la jornada laboral a 8 horas, las vacaciones
pagas, el aguinaldo fueron sólo algunas de las políticas impulsadas desde que
el peronismo llegó al poder.
Trescientas ocho
personas transitaban por las inmediaciones de la casa rosada el 16 de junio de
1955.
Las
políticas populares que transformaban a los trabajadores en asalariados eran
mal recibidas por los sectores oligárquicos de la sociedad, algunos del
ejército y otros de la iglesia. Los beneficios de los que siempre había gozado
la clase dominante ya no eran tales. El pueblo se empoderaba: por primera vez
en la historia argentina los pobres no eran esclavos. La salud, la educación y
la vivienda eran derechos consagrados por la ley.
En el bombardeo Perón no
murió. Pero trescientas ocho personas fueron
sorprendidas por las bombas y los disparos de ametralladoras y murieron. Mil
quedaron heridos.
Así fueron
los meses previos al golpe militar de 1955 que se completó en el mes de
septiembre de ese mismo año.
Hace poco
más de diez años un equipo de investigación de la Universidad de Lanús dirigido por el
antropólogo e investigador Juan Besse se interroga cómo sucedieron los
hechos, cómo fueron contados y cómo fueron callados. A 60 años
del bombardeo, Viento Sur dialogó con Besse.
¿Cómo empezó la investigación y de
qué se trata?
Empezó en
2005/2006 en la UNLa con un equipo que aún se mantiene. La investigación hace
eje en pensar las políticas de la memoria sobre el golpe de Estado de 1955. Nos
propusimos trabajar sobre distintitos modos de rememoración y conmemoración del
golpe, las políticas de la memoria sobre ese año uno podría pensar que son, en
algún sentido, asimilables a las referidas
a la última dictadura militar.
¿Y es así?
Muchos de los
hechos que ocurrieron en el 55 son crímenes de lesa humanidad. La investigación
se propone también conectar los acontecimientos del 55 y el tratamiento que
recibieron con lo que sucedió después del 76. La marina y una parte de la
aeronáutica fueron las que bombardearon en junio. Lo que resulta interesante es
que todo lo que tiene que ver con pensar y rememorar la última dictadura
militar es lo que de alguna manera lleva
a hacer un repaso de lo que pasó en 1955. Muchos de quienes estuvieron al
frente del bombardeo del 16 de junio van a formar parte de los cuadros
represores de la última dictadura militar Suárez Mason, Massera entre otros.
Tal vez la
pregunta inicial de la investigación fue ¿Si esto no fue olvidado de qué manera
opera el silencio con esos acontecimientos? ¿Cuáles son las causas del
silencio?
En la medida
que empezamos a trabajar con este tema el asombro fue tremendo. Al punto de descubrir
en textos de José Luis Romero de 1965 y de Tulio Halperín Donghi de 1964,
historiadores referentes de la historia política argentina, que los dos autores
trazaron un paralelo entre lo que fue la masacre de civiles en la plaza el 16
de junio y lo que fue la quema de las Iglesias esa misma noche luego del
bombardeo. Tanto en Romero como en Halperín Donghi hay una suerte de
prefiguración de la teoría de los dos demonios a partir de la equivalencia que
trazan. Ninguno de los dos dice que hubo muertos. Por eso uno de los ejes de la
investigación se basa en cómo fue descripto y silenciado el bombardeo.
¿Y qué otras cosas se propusieron con
la investigación?
Tratar de
pensar en qué consisten las políticas de la memoria, de qué manera se usa ese
término a veces un poco metafórico y algo laxo. Lo que fuimos viendo a lo largo
de la investigación es que las políticas están trabajadas en distintos niveles
porque además operan en distintos niveles, por ejemplo cuando el estado toma
como propio el desafío de impulsar políticas de DDHH, esas políticas suponen
políticas de la memoria. También se puede pensar las políticas de la memoria en
términos de reparación, reparaciones materiales y simbólicas : convertir a la
ex Esma en diferentes espacios culturales, la construcción de monumentos, la
colocación de placas, la toponimia de las calles. Todo eso hace un trabajo que
supone nombrar lo que sucedió y que da lugar al levantamiento de silencios.
¿Qué había y que hay en políticas de
la memoria?
Hasta el
2005 no hubo políticas de la memoria respecto al bombardeo, políticas en el
sentido de políticas públicas, salvo acciones muy aisladas, emprendimientos en
soledad. Desde ahí en adelante sí hubo una proliferación de trabajos sobre ese
hecho: documentales, actividades de las universidades, concursos, informes,
investigaciones, colocación de placas, emplazamiento de un monumento, entre
otros emprendimientos.
En 2010 se
hace el primer Informe sistemático del Estado argentino con la reconstrucción
rigurosa del listado total de víctimas.
Aunque la
rememoración año a año es más tenue de lo que a uno desearía. No se insiste en
el tema en relación a la magnitud del acontecimiento.
¿Qué te motivó a investigar sobre el
bombardeo?
Razones
políticas e intelectuales sin duda. En lo personal, algo del orden de la
transmisión también, mi abuelo estaba cerca de la Plaza de Mayo el 16 de junio
del 55. Ese día volvió muy tarde y con la ropa toda sucia, se tuvo que refugiar
debajo de un colectivo. Mi abuela Inés siempre contaba que, por lo que había
visto, mi abuelo lloró toda la noche. Cualquier persona que haya tenido una
cierta edad ese día no puede olvidar lo que pasó. Los silencios son estatales,
gubernamentales, políticos pero la gente que tuvo una vivencia así, o incluso
no tan directa, no se olvida de acontecimientos
de esa naturaleza.
Los hechos, los antecedentes
“El hecho es
excepcional, se trata de un sector de las fuerzas armadas que bombardea el
centro histórico de la ciudad, la rersidencia presidencial y otros objetivos
sin mediar aviso para llevar adelante el derrocamiento del Presidente en
ejercicio. No hay antecedentes en el mundo de bombardeos a la población civil
con esas características. Tenemos el caso paradigmático de Guernica que fue
algo así como un ensayo llevado adelante por la aviación alemana e italiana en
apoyo a la avanzada del franquismo sobre la República. Pero eran básicamente
aviadores alemanes e italianos y produjo 87 víctimas, no 308”, aseguró Besse.
“El primer
bombardeo del que se tenga noción sobre una población civil lo produjo Italia a
la población libia, en un contexto de usurpación, de guerra colonial. No hay
antecedentes en el mundo de que las fuerzas armadas de un país bombardeen a su
propia población sin mediar declaración alguna. En ese sentido es
verdaderamente excepcional. Me gusta recordar un dato: en los bombardeos de
Alemania y Gran Bretaña, en el contexto de la segunda guerra mundial, se
mantuvieron ciertas normas de cortesía hasta el verano de 1940, es decir se
trataba de no bombardear a la población civil. El primer bombardeo alemán a la
ciudad de Londres que produce muchas víctimas civiles fue el 15 de agosto de
1940, las víctimas fueron 62. Pensemos que era en la segunda guerra mundial,
una de las guerras más crueles. El bombardeo del 16 de junio de 1955 en
Argentina produce en unas pocas horas 308 muertos”.
¿Las muertes fueron producto sólo del
bombardeo?
No.
Cuando aparentemente los aviones dejaron de tener bombas, y antes de refugiarse
en Uruguay, muchos siguieron haciendo vuelos rasantes disparando a la población
con ametralladoras. Hay que tener en cuenta que el bombardeo empezó cerca de
las 12 del mediodía. Los días previos había sido la marcha opositora al
gobierno en el día de Corpus Christi y se había quemado una bandera, a raíz de
eso hubo una acusación a los opositores. Por ese motivo, algunas personas se juntaron en la Plaza, por ese desagravio que supuestamente le iban a
hacer a la bandera. Cuando comenzó el bombardeo se produjeron las primeras
víctimas y obviamente hubo una situación de defensa de la Casa Rosada con las
artillerías antiaéreas y los granaderos. Mientras el bombardeo continuaba con
intermitencia muchos trabajadores se movilizaron hacia la Plaza en apoyo al
gobierno. Cuando estaba por producirse la rendición, los aviadores antes de retirarse
realizaron vuelos rasantes con ametralladoras por la zona: en la CGT, el bajo (Leandro Alem) y en Avenida de Mayo. Una parte de las
víctimas fueron producto de los ametrallamientos de la tarde y no de los bombardeos
de la mañana. El saldo: más de 300 muertos y 1000 heridos, algunos con mutilaciones
muy graves.
*Publicada en Viento Sur, junio de 2015