viernes, 19 de junio de 2015


Siempre las chancletas

Mi partida de nacimiento dice que nací un 29 de octubre en San Martín, Mendoza.
Dice, también, que fue a las 12.20 del mediodía.
Mi viejo me dijo que cuando se prendió la luz de la sala de parto renegó porque era "otra chancleta" adelantándose a la novela de Arturo Puig. Y que ese día, cuando me tenía en brazos, el médico le dijo "Pepe, no te preocupés que los muchachos vienen solos".
A las 12.05 de este 29 de octubre de 2014 me llamaron mis viejos desde Mendoza. No hablamos muy seguido, pero para mi cumpleaños no fallan, esperan ahí a que se hagan las 12 para marcar el teléfono y saludarme. No tengo una versión romántica de los padres y menos de los míos. Pero ellos son los mismos que me cambiaron los pañales; los mismos que me bajaron la fiebre y me dieron los remedios; los mismos que me llevaron al jardín; los mismos que me hacían leer en voz alta las tareas; los mismos que me llevaron a la escuela de monjas y después me dejaron que no estudiara más en la escuela de monjas. Los mismos que decidieron que estudiase en una escuela técnica "porque era la mejor de la zona"; los mismos que querían una hija ingeniera o contadora pero les salió periodista. Y ellos, también, son los mismos que desde hace tres años cuidan a mi perra Fiona.
No hay caso con mi viejo ¡le siguen tocando las chancletas!


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