martes, 16 de abril de 2013

Postales sórdidas



Mayo de 2007. Era la primera vez que estaba en Constitución, había llegado en el subte C. El olor a frito invadía el ambiente. No recuerdo bien si el negocio de comidas al paso "Rancho Topo" ya estaba allí, a pocos metros de la salida del subte como ahora, pero el puesto de Lotería Nacional debió haber estado, el local de diarios y revistas Norberto, el chico que reparte La Razón y el vendedor de chipa seguro también.

En Constitución -como en todas las terminales- donde pasan miles de personas por día abundan los puestos de comida rápida y negocios de baratijas de importados, panaderías, farmacias, polirubros, verdulerías, kioskos y vendedores ambulantes en forma desordenada por toda la estación. Un negocio de  huevos y milanesas de pollo puede estar al lado de una perfumería. Los panes Bimbo -acomodados en estantes o cajones de plástico- se ofrecen a viva voz en el medio de un pasillo entre la salida del subte y la boletería del tren.

-Remedios de Escalada -pedí en la boletería y pagué con monedas cincuenta y cinco centavos-.

Con el boleto en la mano, pregunté cómo llegar a los andenes y me señalaron la opción más rápida: una escalera que empieza en la puerta de los baños. Al llegar a ese sector y pasando el polirubro “dos tipos audaces” el olor a pis era penetrante. Casi por reflejo corté el aire. Algo común en este trayecto es encontrarse con gente mendigando cerca de las boleterías o durmiendo en el piso. Una postal sórdida y desoladora se puede ver y respirar allí. Jóvenes, viejos, niños y madres tirados a veces con colchones, frazadas, cartones o naylon duermen y circulan por Constitución. Similar a lo que se ve debajo de los puentes de las autopistas céntricas, en las estaciones más importantes del subte o simplemente en cualquier plaza o vereda de la Ciudad. Con esa instantánea en la cabeza subí la escalera, busqué el andén de donde salía mi tren y me fui.

Hace cuatro años trabajo en Remedios de Escalada y a diario vuelvo a ver ese paisaje desolador.